Los opioides frecuentemente son utilizados en el tratamiento del dolor oncológico y no oncológico debido a su composición química, cuyo efecto puede disminuir las señales del dolor que recibe el cerebro de las distintas partes del cuerpo. Los opioides actúan en áreas del cerebro que controlan las emociones, ayudando a disminuir los efectos del estímulo doloroso. Por ello, los fármacos opioides, además de su efecto analgésico, mantienen efectos antidepresivos, ansiolíticos y euforizantes. Existe una relación interdependiente entre el dolor, el estado de ánimo y la tolerancia y dependencia física a los analgésicos opioides.
En pacientes con dolor crónico no oncológico (DCNO), elriesgo de desarrollar una adicción a opioides se ve incrementado cuando hay antecedentes de abuso y dependencia a sustancias, comorbilidades psiquiátricas y un ambiente social favorecedor al consumo. El problema radica cuando pacientes con DCNO asociado con trastornos psiquiátricos reciben tratamiento con analgésicos opioides, incrementando las dosis en comparación con los pacientes sin psicopatología.
Los opiáceos son conocidos por sus efectos analgésicos y clínicos, vinculados a su vez a determinados sistemas del organismo, como el sistema nervioso central, cardiovascular y respiratorio. Existen varios tipos de receptores opioides (Mu, Kappa y Delta) que destacan por sus distintos resultados a la hora de modular los diferentes sistemas fisiológicos. Como cualquier otro fármaco, no están exentos de efectos adversos, estos pueden ser producidos por su uso en forma aguda; depresión respiratoria, náuseas y constipación, retención urinaria, etc.
Los opioides son un problema de salud pública, causando diferentes problemas para la salud de sus consumidores como, la adicción a ellos, la sobredosis que en la mayoría de los casos resultan ser mortales. En España, la prescripción de fentanilo de acción rápida recomiendan realizarse en dolor irruptivo en pacientes con dolor oncológico con un opioide de base. Debido al alto riesgo de abuso y adicción desaconsejan su uso en personas con DCNO, además de no existir evidencia que apoye su uso en esta indicación. Respecto a las reacciones adversas, se observa un mayor número de reacciones de adicción cuando la indicación de fentanilo ha sido para DCNO, más concretamente en la presentación de fentanilo transmucoso oral.
Tras la abstinencia de opiáceos florecen alteraciones psiquiátricas, siendo los cuadros depresivos, de ansiedad y los trastornos de personalidad, los más frecuentes.
El Fentanilo, es un principio activo cuyo consumo se ha incrementado un 39,6% en los últimos cinco años en España, y en cinco años ha aumentado las dosis diarias por 1.000 habitantes (DGPNSD, 2020). Por otra parte, el aumento de la prescripción indiscriminada de estos fármacos ha provocado consecuencias en la población en general. Al incrementar las prescripciones de opiáceos y por lo tanto la disponibilidad de este fármaco, aumenta el número de trastornos por uso de opiáceos durante las últimas décadas. Se convierte en un peligro para la sanidad cuando se observa un incremento de muertes por prescripción médica relacionados con el uso de opiáceos. La elevada prevalencia del dolor crónico en España la convierten en un problema de salud pública por el impacto que provoca en la sociedad y por el empleo de recursos sanitarios. Debido a esto, se están desarrollando tratamientos con terapias farmacológicas y no farmacológicas (Ruiz-Romero et al., 2021). Actualmente, en cuanto a la intervención se recomienda un enfoque más exhaustivo, donde se atienda de manera multidisciplinar, con enfoques farmacológicos y no farmacológicos, concediendo al paciente el rol principal en la mejora de su propia salud y en la gestión de las conductas relacionadas con el dolor. Así, este estudio llevaría a cabo un Plan Terapéutico Integral (PTI) que recogerá los profesionales que intervienen, la duración prevista de las intervenciones y su evaluación temporal y los objetivos a alcanzar que se reflejan en; intervenciones terapéuticas sobre hábitos saludables (actividad física, patrón de sueño, alimentación), farmacoterapéutica pautada y actuación psicoeducativa.
Como consecuencia, se han empezado a desarrollar tratamientos donde converjan intervenciones tanto farmacológicas como no farmacológicas (Zeidan et al., 2016; Ruiz-Romero et al., 2021). Actualmente, se pretende cambiar el enfoque terapéutico práctico para el dolor crónico no oncológico, para evitar el mal uso o el uso indebido de analgésicos opioides que ejercen con frecuencia estos paciente. Se recomienda una intervención multidisciplinar para abordar el DCNO con tratamiento farmacológico y no farmacológico. Para ello, se debe instruir al paciente en el buen manejo de estos fármacos y en la gestión de las conductas relacionadas con el dolor (Zeidan et al., 2016).
Ruiz-Romero et al. (2021), con el objetivo de disminuir los efectos secundarios de los analgésicos opioides y la adicción, refiere la importancia de implantar un método para atender el dolor de manera integral donde predomine las terapias no farmacológicas (TnoF) fundamentadas empíricamente, con estrategias eficaces y eficientes. En la actualidad, dentro del ámbito científico afirman, mediante ensayos clínicos con personas diagnosticadas con dolor crónico no oncológico, una disminución de la intensidad del dolor en pacientes tratados con terapia cognitivo-conductual como el Mindfulness y la Terapia de Aceptación y Compromiso (Aleksandra et al., 2016). El tratamiento con analgésicos opioides débiles y potentes no es suficiente para mejorar la calidad de vida de estas personas. Es relevante considerar la TnoF en personas que mantengan en el tiempo (tres meses o más) un dolor intenso que reduzca o empeore su calidad de vida.
Cuando una persona padece de dolor crónico y va acompañado de malestar emocional, ansiedad o visión negativa ante la vida, en la mayoría de los casos resulta insuficiente el abordaje del tratamiento de dolor crónico con fármacos. Cuando la terapia farmacológica no proporciona mejorías en el paciente a largo plazo, se recurren a otras terapias como las psicológicas (relajación y atención plena). Sin embargo, se necesita más investigación para identificar tratamientos no farmacológicos efectivos, aunque la evidencia avala la seguridad de la intervención mente-cuerpo (Aleksandra et al., 2016; Zeidan et al., 2016).
Posible intervención no farmacológica para el dolor crónico no oncológico
La intervenciones basadas en Mindfulness disminuyen la conectividad en determinadas áreas cerebrales encargadas del procesamiento e integración del dolor con emociones, memoria y juicio. Esta intervención logra que la persona focalice su atención en el dolor, controle los pensamientos perturbadores vinculados con este y sea capaz de desvincular los juicios desarrollados hacia el dolor. La atención plena tiene como beneficio principal la mejora de la percepción del dolor, es decir, aceptarlo y tolerarlo (Rezk y Badoui, 2021). El objetivo de las intervenciones basadas en atención plena es que los individuos cambien la forma de responder a la experiencia. Las consecuencias más destacadas del DCNO son los efectos psicológicos que genera en la persona como ansiedad, depresión, creencias sobre el miedo y evitación.
Los resultados de estudios que abordan el impacto de opioides mayores en personas que sufren dolor crónico no oncológico, demuestran la eficacia y la seguridad de intervenir con terapias cognitivas como la meditación de atención plena en pacientes diagnosticados con esta enfermedad (Aleksandra et al., 2016; Zeidan et al., 2016; Garland et al., 2016; Kieszkowska, 2016). En otros estudios, se ha demostrado que tras un breve régimen de entrenamiento mental, la meditación de atención plena reduce de manera significativa el dolor en personas que habían sido tratadas con opioides (Zeidan et al., 2011). La aplicación de esta técnica cognitivo-conductual se ha llevado a cabo para disminuir los niveles de dolor, las creencias sobre miedo y evitación, además de conseguir estrategias funcionales para afrontar el dolor. Así, el estudio de Del Río et al. (2015) muestra la mejora de calidad de vida de los pacientes tras el tratamiento en atención plena los pacientes. Con estos resultados, refleja la importancia del aspecto psicológico, relacionando el factor cognitivo y la percepción del dolor.